El temporal Gloria ha puesto sobre la mesa de nuevo el proyecto de alejar de la primera línea de la costa la vía férrea que recorre los pueblos del Maresme. De este proyecto se habla cada vez que las vías férreas son afectadas por las aguas del mar. Sin embargo los desperfectos provocados por el Gloria parece ser que han sido la “gota que ha hecho verter el vaso”. Sacar la vía del tren del lado del mar tiene un coste muy elevado pero dos enormes ventajas: evitar que el mar acabe inundando las vías, y eliminar la barrera actual entre los pueblos y sus playas.
Cambiar el trazado es un clamor de técnicos, administraciones y vecinos.
El Maresme tiene el honor de haber sido el primer lugar de la península ibérica donde circuló un ferrocarril. Aquella línea, que unía Barcelona y Mataró, fue inaugurada el 28 de octubre de 1848, hace más de 170 años.
Fue promovida por Miquel Biada (1789-1848), un mataronense que hizo las Américas. Logró su riqueza mediante negocios navieros en el puerto de Maracaibo, Venezuela. Estando en Cuba fue invitado a la inauguración del primer ferrocarril que construía España entre Güines y La Habana para el transporte del azúcar. Biada vio enseguida las ventajas que ofrecía aquel medio de transporte. De regreso a Catalunya se propuso conectar su ciudad natal, Mataró, con Barcelona mediante una línea férrea. Tras no pocos tropiezos Biada logró su sueño aunque no pudo verlo hecho realidad, ya que falleció unos meses antes del primer viaje, el 2 de abril, a causa de una pulmonía.
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En aquellos años no había turismo y los vecinos de los pueblos de la costa no utilizaban las playas para su ocio. Esto, unido a que las tierras junto al mar eran públicas y, por consiguiente, no era necesaria su expropiación, hizo que se decidiera pasar las vías por la primera línea de costa.
Visto con los ojos del presente es evidente que la decisión de hace pasar el tren junto al mar no fue una buena idea. En el 2005, la Generalitat ya planteó al Ministerio de Fomento substituir el trazado del ferrocarril por el Maresme, por uno subterráneo más al interior. Esto sería sin duda un sueño para toda la comarca que vería como el ferrocarril se convertía prácticamente como un metro que les uniera con la ciudad Condal.
Liberar el litoral del Maresme de esta servidumbre permitirá, no solo una mejora de las comunicaciones, sino la posibilidad de repensar todo el litoral de una amplia zona que está en constante crecimiento demográfico y económico.
Este nuevo trazado lo haría, además, más seguro al no depender de los embates de los temporales.
Soterrar el tren de la costa del Maresme es una deuda pendiente con la comarca que representará un acto político y urbanístico de gran envergadura.