Alrededor de 1995, en TV3, Lloll Bertran interpretaba el papel de una periodista muy pija llamada Sandra Camaca, que constantemente aludía a su pueblo, Llavaneras (con “as” al final). El personaje hizo fortuna y acabó convirtiendo Llavaneres en un referente de pueblo pijo de Catalunya. Han pasado muchos años de aquello y muchos serán los que conserven el estereotipo. Sin embargo Sant Andreu de Llavaneres es mucho más que un estereotipo, es un lugar fantástico para vivir y para visitar.
Mar
No hay duda que por su ubicación entre el mar y la montaña, a tan solo 35 kilómetros de Barcelona, Sant Andreu de Llavaneras es un pueblo privilegiado. Y por consiguiente sus habitantes también. En Llavaneres encontramos el Port Balís, cuyo Club Náutico tiene una larga tradición en promocionar competiciones náuticas internacionales, fomenta todo tipo de disciplinas de vela sin olvidar la pesca deportiva, la natación, las motos de agua o el remo. Además de estas actividades el club organiza nuchas otras de carácter más social como cenas, torneos de domino o bridge, clases de fitness, conferencias, sesiones de cine al aire libre y una larga lista de propuestas de ocio. El Club Balís dispone de unos servicios e instalaciones de primera, más de 700 amarres y es uno de los pocos clubs de todo el litoral con pista de aterrizaje de helicópteros.
Arquitectura
En Llavaneras, como en la mayoría de pueblos del Maresme la arquitectura es parte importante del paisaje, por lo cual también podemos disfrutar de un buen número de edificios representativos del modernismo como Ca l’Alfaro, Can Farnés o La Torre del Sot, y también del Noucentisme. Ca l’Alfaro es una casa de veraneo que el pintor Nicolás Alfaro encargó al arquitecto modernista Eduard Mercader i Secanella en 1886. En la actualidad es de propiedad municipal y alberga diversas dependencias administrativas del ayuntamiento. En la planta baja hay una pequeña sala de actos y exposiciones. Está rodeado por un gran parque.
Can Farnés fue levantada en 1911 por el arquitecto Ramon M. Riudor, y tras su reciente restauración aloja una residencia de los hermanos de la Cruz Blanca. La Torre del Sot o Casa Romanyà, diseñada en 1910 por el arquitecto Josep Coll i Vilaclara, fue convertida en 1958 en un hotel de lujo, el Hotel del Parque, y actualmente es la sede de El Casal de Llavaneres. Justo enfrente hay una pequeña pero muy bonita casa, Ca l’Utzet, obra del arquitecto Salvador Puiggròs, que la edificó en 1907.
Paseando por el pueblo encontraremos otros edificios como las torres gemelas de Can Matas (1921 y 1923), obra del arquitecto Joaquim Lloret Homs, que siguen siendo usadas como casa de veraneo. Si salir del núcleo urbano nos toparemos con Can Mandri, una masía del siglo XVII reformada en el siglo XIX, y también el edificio del ayuntamiento, obra del arquitecto Gaietà Boïgas i Monravà autor también del monumento a Colon en Barcelona y del Balneari Vichy Català en Caldes de Malavella.
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A lo largo del siglo XX el pueblo se convirtió en lugar de veraneo de buena parte de familias de la burguesía barcelonesa que se hicieron construir cómodas y encantadores casas. Este hecho marcó el pueblo y hoy en día sigue destacando por la gran calidad de vida que ofrece a sus habitantes y el elevado nivel de sus viviendas.
Gastronomía
En nuestro paseo por las calles de Llavaneres no solo disfrutaremos de su tranquilidad, de sus gentes y de sus edificios, también podremos entrar en alguna de sus tiendas de comestibles y adquirir los preciados guisantes de Llavaneres entre otras exquisiteces. Y si somos un poco golosos no podemos dejar de visitar alguna de sus pastelerías y comprar la famosa coca de Llavaneres, un delicioso hojaldre relleno con crema y cubierto con piñones y azúcar. No olvidemos que anualmente se organiza la Fira de Tardor que tendrá lugar el 9 y 10 de noviembre del 2019 en el paseo Mare de Déu de Montserrat. Esta será la 19 edición que incluye la 4ª Festa de la Sembra del Pèsol. Una cita imprescindible con la gastronomía local.
En Llavaneres podemos comer en cualquiera de sus más de 20 restaurantes o en alguno de sus establecimientos hoteleros.
Economía
La economía del pueblo ha estado basada tradicionalmente en la agricultura aunque esta actividad hace años que sufre un proceso de regresión con la construcción de viviendas de segunda de residencia, a pesar que todavía se mantiene alguna actividad de floricultura y en el cultivo de los guisantes de Llavaneres. La industria es poco destacada, y Llavaneres se ha ido convirtiendo en núcleo de veraneo y residencia, con una presencia destacada de instalaciones deportivas y una completa oferta de todo tipo de servicios.