El frío ha llegado, ¡y qué frío! Nevadas, lluvias, temperaturas bajo cero, hielo en las carreteras… Lo único que nos apetece con este tiempo es quedarnos en casa con una buena manta…
¿Y si a esto le sumas una chimenea? Qué sensación más reconfortante, ¿verdad?
Las chimeneas son un elemento decorativo que aporta un aire cálido, íntimo y acogedor a la estancia, y además es complemento de apoyo a los sistemas de calefacción. Por si fuera poco, en ellas también puedes cocinar con una parrilla tus recetas preferidas.
Las chimeneas de leña son una de las fuentes de calor más ecológicas que existen, ya que el combustible que utilizan, la madera, es una energía renovable.
La chimenea es el sistema más antiguo y tradicional de aportar calor a nuestra casa.
Para poder disfrutar de una chimenea es necesario tener una salida de humos y contar con un espacio reservado para almacenar la leña.
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La combustión se produce en un hogar abierto adosado a una pared y suele estar revestido de material refractario para que irradie calor. Puede llegar a ser peligroso si saltan chispas, siendo aconsejable colocar elementos protectores.
Puedes apostar por las chimeneas tipo cassettes que ofrecen un mayor rendimiento y superior ahorro energético.
Otras más modernas son las nuevas chimeneas de hierro fundido o acero que son tendencia en la decoración por su originales diseños. Este material tiene una gran carga calorífica y después de apagadas siguen emitiendo calor. No necesitan un mantenimiento especial y quedan genial en mitad de una estancia, llegando incluso a ser el punto focal del espacio.
¿Pero como encender una chimenea si es nuestra primera vez?
Para encender la chimenea, lo primero que tienes que hacer es mirar que el tiro esté abierto. Coloca papel de periódico como base de una capa de leña fina y seca (también puedes usar pastillas de encendido), apila la leña gruesa sobre la base en forma de pirámide y deja algún espacio entre los leños para que circule el aire. Si empieza a salir humo negro es porque hay poco oxígeno; remuévelo con el atizador. Coloca troncos gruesos cuando el fuego ya esté en su plenitud y no tendrás que estar avivándolo cada dos por tres. Además, así tardan más en quemarse.
Muy importante que la leña este bien seca para que no contenga humedad. Es recomendable dejar un tiempo de secado de 12 meses. Te recomendamos madera de encina y roble que tienen más poder calorífico.
OJO…Nunca enciendas la chimenea con combustibles líquidos como el alcohol ni dejes cerca de ella sustancias inflamables, a y no apagues el fuego con agua, es mejor dejar que se vaya consumiendo poco a poco.
Las chimeneas de leña necesitan un mantenimiento diario (eliminando las brasas y cenizas) y, una o dos veces al año, es necesario limpiar el conducto de humos utilizando un deshollinador.